Opinión

Coronavirus y pensamiento único: Venezuela vs. desobediencia civil

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Precisamos un Gobierno y una dirigencia que se saque los prejuicios ideológicos y se ponga a trabajar sobre el país que viene sin pensamiento mágico

Hugo Haime

En medio de una pandemia de efectos mortales en lo económico y sanitario siempre hay extremos que dan la nota. Desde quienes, como Juan José Sebreli, llaman a la desobediencia civil porque está viendo por televisión que en Europa están abiertos los bares, y sin ser sanitarista cuestiona tanto la estrategia nacional como la de la Ciudad de Buenos Aires y la de la provincia de Buenos Aires respecto a la cuarentena, asumiendo que Horacio Rodríguez Larreta se pasó al peronismo y dejó de ser opositor. Como aquellos que llaman a que seamos Venezuela, o que Gobierno se quede con parte de las empresas privadas, o quienes creen que una cosa fue la campaña electoral de Alberto Fernández siendo moderado pero que ahora debe dejar de serlo. Hay de todo en la viña del Señor.

Por suerte, la sociedad en su gran mayoría no está en eso. En lo sanitario está pidiendo mantener la cuarentena pero con apertura de fuentes de trabajo, y en lo político no recuerdo haber visto columnas marchando pidiendo que el país sea Venezuela. El Frente de Todos ganó las elecciones porque tuvo claro que sin Cistina no se podía pero con Cristina no alcanzaba. Suponemos por la prédica del Presidente que no se trató de engañar al electorado para después correr por izquierda; se trató de llamar a la unidad de los que querían un cambio que permitiera encender la economía. Alberto Fernández visitó Volkswagen, Toyota y Scania no para despistar a los bien pensados sino para mostrar que hay una parte de esas empresas de capital extranjero que son bienvenidas en territorio nacional y son importantes para la economía del país. Al tiempo de mostrar que una parte del territorio está abierto y trabajando, obviamente aplicando los protocolos para el cuidado de la salud.Ads by  

Todo es posible de ser discutido, desde si la que se está utilizando es la mejor estrategia para paliar los efectos económicos y sanitarios del virus hasta cuál es el modelo de país que queremos ser cuando termine la cuarentena. Lo que no se puede es confundir las cosas y decir que se están conculcando las libertades republicanas en medio de una emergencia nacional. O el señor Sebreli no se acuerda que en Europa hubo ciudades que estuvieron en total confinamiento y eran más grandes que la Villa Azul, al tiempo que la policía patrullaba las calles para que nadie saliera de sus casas. Eso lo vimos todos por TV. O que por decir que esto es una “gripecita” Bolsonaro ha convertido a Brasil en el centro mundial del virus. Europa está saliendo de la cuarentena porque el pico sanitario pasó. Mientras, sobre todo el AMBA, está entrando en una espiral de contagios.

Todos estamos cansados, molestos, angustiados por la pandemia y sobrellevando una cuarentena que pesa en la salud mental y en los bolsillos. Todos queremos que esto se termine. Pero no podemos tener un pensamiento mágico. Salvo que pensemos que vivimos en Macondo.

Seriamente hay dos discusiones que hoy surcan nuestra sociedad. Una es sobre la contradicción entre Salud vs. Economía, que es casi lo mismo que decir cuarentena si o no, con todas las implicancias sanitarias, económicas y de derechos individuales que ello implica. La otras está referida a que sucederá en la post pandemia, cómo quedaran el país y la sociedad, cuál será la nueva normalidad, cuáles son las tareas que debe encarar el Gobierno.

Discutir si se debe priorizar la salud o la economía parece una discusión sin salida. Es la salud y la economía pero en algún momento cada una de ellas tiene prioridad. Donde no hay virus, o este se encuentra bajo cierto control, lo lógico es abrir la actividad económica y social manteniendo las prevenciones sanitarias Y donde hay expansión del virus es de sentido común cerrar la economía dejando activas solo las actividades esenciales. Economía y Salud van de la mano pero no hay salud si no se cuidan las vidas y no hay economía sin gente que pueda trabajar y consumir.

Para que haya economía tiene que haber inversión y consumo y la crisis de hoy es de demanda de oferta y de inversión. Europa ya está abriendo su economía pero manteniendo las distancias sociales bajo el riesgo de que los casos vuelvan a subir. Estados Unidos la está abriendo pero a un costo humano fenomenal. Nuestro país mirado desde lo epidemiológico muestra un claro panorama desigual, tiene algunas áreas muy complicadas, sobre todo en la ciudad de Buenos Aires, el conurbano, Chaco y la ciudad de Córdoba, al tiempo que provincias enteras en donde la población está trabajando y volviendo a la vida social. De las grandes provincia que están abriendo las actividades económicas vale mencionar a Mendoza, los interiores de la provincia de Buenos Aires, Córdoba Santa Fe, Tucumán y también están las que han abierto a actividades sociales como La Pampa, Formosa y Jujuy. Sin embargo, desde CABA el discurso que se emite tiene tal fuerza que da la sensación que los problemas que padecen los porteños y los habitantes del conurbano son los del país todo.

Una vez más, para algunos, Dios está en todas partes pero atiende en Buenos Aires. La discusión que estamos viendo en nuestro país entre cuarentena sí o no me recuerda a las peleas de unitarios y federales. Un sector de la Argentina que desde el puerto buscó y logró prevalecer sobre el interior y un discurso, emitido desde CABA que confunde lo que sucede en AMBA con lo que sucede en todo el país.

Hay gente que trabaja, hay gente que produce manteniendo la distancia social. Y hay otros que están en sus casas. Pero una vez que termine esto, con o sin vacuna en algún momento todos seremos más pobres y tendremos que salir a trabajar. Quizás con tapaboca. Quizás con ropas especiales pero tenemos claras dos cosas. El país tendrá más pobres, habrá más desigualdad social y entonces el desafío será si logramos recuperar un país en donde vuelva la movilidad social ascendente y las cosas sean más justas o vamos a un país en donde la desigualdad social no se resuelva y genere una grieta política que pueda llegar a la violencia social. Si nuestra dirigencia no logra resolver la ecuación entonces si discutiremos sobre Venezuela y las libertadas individuales. Para que esto no suceda precisamos un Gobierno y una dirigencia que se saque los prejuicios ideológicos y se ponga a trabajar sobre el país que viene sin pensamiento mágico.

Consultor políticoPor: Hugo Haime

FUENTE: La Nación

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