En un contexto de pérdida del poder adquisitivo y con el fin de contener la inflación, el Gobierno decidió postergar nuevamente los aumentos de las tarifas de luz y gas, previstas para julio. Las subas habrían representado un impacto adicional de entre el 2% y el 3% para hogares, comercios e industrias.
En simultáneo, el ministro de Economía, Luis Caputo, anunció un incremento en los impuestos a los combustibles, que se traducirá en un aumento del 1% en el precio de la nafta y el gasoil a partir del 1 de julio.
Las empresas afectadas por esta decisión incluyen a Transener, Edenor, Edesur, TGS, TGN, Metrogas, Naturgy, Camuzzi y Ecogas, que habían acordado previamente ajustes periódicos con el Ejecutivo bajo una fórmula de indexación mensual.
Sin embargo, este sistema será reevaluado con una perspectiva que incorpora la inflación futura proyectada. Esto último es lo que se pospuso nuevamente.
La secretaría de Energía a cargo de Eduardo Rodríguez Chirillo ya había decidido que el incremento en los costos invernales del gas sería asumido por comercios, industrias y usuarios de altos ingresos, mientras que se avanzaría en la quita gradual de subsidios a los usuarios de bajos y medios ingresos. De igual forma, lo hizo a principios de junio con las tarifas de luz.
Por su parte, la próxima semana aumenta el precio del combustible. La nafta y el gasoil sí tendrán una suba que incorporará la devaluación mensual del peso frente al dólar (2%) y el alza de impuestos (1 punto más), por lo que la nafta pasaría a costar más de $930 por litro en la Ciudad de Buenos Aires.
Fuentes de la secretaría de Energía enfatizaron que la actualización restante de los impuestos a los combustibles supera los $100 por litro de nafta y los $80 en el gasoil, y se aplicará a lo largo del segundo semestre, desde agosto.