SALTA

Cuando la fe se hace camino: miles de peregrinos avanzan hacia el Milagro

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Con mochilas, bastones y banderas que se pierden en la inmensidad del paisaje puneño, miles de peregrinos comenzaron a escribir una vez más la historia de fe más conmovedora del norte argentino. Desde San Antonio de los Cobres, Molinos, La Merced y los Valles Calchaquíes, columnas humanas recorren cientos de kilómetros para reencontrarse con el Señor y la Virgen del Milagro en la Catedral Basílica de Salta.

El camino es duro: las montañas, la altura y el clima extremo ponen a prueba cada paso. Sin embargo, la fuerza de la devoción convierte el cansancio en esperanza. Ayer, en la ruta 51, las primeras imágenes de Muñano revelaron una verdadera marea humana que avanza en comunidad: hombres, mujeres, niños y ancianos unidos por la misma promesa.

En el paraje Las Cuevas, la caminata se detuvo para compartir el almuerzo. Entre oraciones y canciones, los peregrinos recuperaron energías antes de retomar el trayecto hacia Santa Rosa de Tastil, donde pasarán la noche. Allí, al calor de la fe y la solidaridad, se prepara la próxima jornada rumbo a la capital salteña.

A esta multitud se suman las delegaciones que ya emprendieron viaje desde distintos puntos del país. Biciperegrinos de La Poma y de Perú, caminantes de Libertador General San Martín y Cerrillos, agrupaciones gauchas de Cafayate y Molinos, familias enteras desde General Güemes, estudiantes de la UCASAL y hasta los aspirantes del Servicio Penitenciario forman parte de esta trama colectiva que año tras año se repite con la misma intensidad.

Las cifras impresionan: 350 fieles de Molinos, 220 penitenciarios en formación, 4.000 peregrinos de La Merced y 8.000 del Valle Calchaquí. El domingo 14 será el turno de uno de los momentos más impactantes: la llegada de los 10.000 peregrinos de la Puna, procedentes de San Antonio de los Cobres, que recorren kilómetros interminables para cumplir con su pacto de fidelidad.

La peregrinación no sería posible sin la organización comunitaria. Municipios, instituciones, familias y ONGs despliegan un enorme operativo de apoyo: cocineros, choferes, camiones de asistencia, equipos de sonido, comidas calientes y espacios de descanso. Cada detalle está pensado para que los caminantes puedan llegar a destino.

El Milagro es todo eso y más: es tradición, es cultura, es la certeza de que, aunque el trayecto sea largo y exigente, la fe logra que cada paso se transforme en un gesto de unión y esperanza.

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