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El Ejecutivo mide fuerzas en el Congreso y apuesta al Presupuesto como señal de gobernabilidad

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Con la sesión del Senado como instancia decisiva, el Gobierno vive el debate como una prueba clave para consolidar su estrategia económica y cerrar el año con un respaldo político que considera indispensable.

El Gobierno transita el debate del Presupuesto 2026 con una atención que va más allá del trámite legislativo. En la Casa Rosada interpretan la discusión en el Congreso como un test de gobernabilidad y una instancia central para validar su hoja de ruta económica de cara al próximo año. La sesión del Senado, convocada en la recta final de diciembre, se convirtió en el objetivo prioritario del Ejecutivo para cerrar el año con una señal de orden político.

En los despachos oficiales sostienen que la aprobación del Presupuesto permitiría despejar incertidumbres y mostrar previsibilidad en un contexto económico aún frágil. El mensaje que busca transmitir el Ejecutivo es que contar con una ley de gastos y recursos sancionada por el Congreso resulta clave para sostener las negociaciones financieras, encarar compromisos externos y avanzar con un programa económico de mediano plazo.

Puertas adentro, el clima es de cautela. Si bien el oficialismo cree tener los votos necesarios para avanzar en la aprobación general, reconoce que el debate en particular presenta riesgos. Algunos artículos sensibles, que ya generaron resistencias en Diputados y en sectores aliados, obligan al Gobierno a seguir de cerca cada movimiento parlamentario y a sostener conversaciones permanentes con senadores de bloques dialoguistas.

El Ejecutivo llega a esta instancia luego de un recorrido legislativo irregular, marcado por avances y retrocesos. En Balcarce 50 admiten que en etapas previas se subestimaron las dificultades para construir mayorías estables, lo que derivó en negociaciones contrarreloj y en la necesidad de ajustar estrategias. Esa experiencia explica el enfoque más prudente con el que se encara ahora el tramo final del debate.

La conducción política del oficialismo en el Senado cumple un rol central en este esquema. Desde el Gobierno confían en que el trabajo de articulación con sectores de la oposición moderada permita evitar cambios sustanciales que obliguen a devolver el proyecto a Diputados. La prioridad es clara: sancionar el Presupuesto antes de fin de año y evitar una nueva prórroga del esquema vigente.

El rol de Patricia Bullrich en el debate presupuestario adquiere un perfil singular porque marca su primera gran batalla parlamentaria como jefa del bloque oficialista en el Senado. Tras encabezar las negociaciones para asegurar la sesión del día después de Navidad, Bullrich puso especial énfasis en consolidar los apoyos necesarios no solo para aprobar el proyecto en general sino, sobre todo, para evitar modificaciones que obliguen a devolverlo a Diputados, algo que complicaría el cierre del trámite legislativo antes de fin de año. Para ello, intensificó conversaciones con bloques “dialoguistas” y fijó un esquema de negociación que incluya solo lo estrictamente necesario.

En el Ejecutivo también pesan los tiempos institucionales. El calendario legislativo es ajustado y cualquier modificación relevante podría complicar el cierre del trámite parlamentario. Por eso, en las últimas horas se reforzaron los contactos políticos y se evaluaron posibles concesiones tácticas, con el objetivo de preservar el núcleo del proyecto y asegurar su aprobación.

Más allá del contenido puntual de cada artículo, el Gobierno concibe esta votación como un gesto político hacia adentro y hacia afuera. Hacia el Congreso, busca demostrar capacidad de diálogo y construcción de acuerdos. Hacia los actores económicos, intenta exhibir previsibilidad y respaldo institucional para el rumbo fiscal que propone para 2026.

En ese marco, el Presupuesto aparece como una pieza central del relato oficial. No solo ordena las cuentas públicas, sino que también funciona como una herramienta para reafirmar prioridades y delimitar márgenes de acción. En la Casa Rosada consideran que una sanción exitosa fortalecería la posición del Ejecutivo frente a futuras discusiones legislativas.

Con la sesión del Senado como punto de inflexión, el Ejecutivo vive estas horas como decisivas. La aprobación del Presupuesto 2026 no resolverá todos los desafíos por delante, pero sí marcará un cierre de año con una señal política que el Gobierno considera imprescindible para encarar el próximo ciclo legislativo y económico con mayor respaldo institucional.

Fuente: Ambito

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