JUJUY

Amnésicos, olvidadores y olvidadizos. La trama de la búsqueda de la impunidad en Jujuy

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Un Juez del Superior Tribunal de Justicia es grabado por una mujer mientras compartía ciertos momentos íntimos. Lo graba opinando sobre una causa judicial en la que no interviene y por tanto le es ajena.

Esa mujer hace llegar las grabaciones a otra persona; y ese alguien se las acerca al sicario pago de la dictadura, Horacio Verbisky, que en sus conocidos arranques psicológicos contra Gerardo Morales los utiliza para crear un cuento corto, con el único afán de insistir en su presión para lograr que Milagro Sala quede en libertad.

Acto seguido aparece en escena Liliana, la hermana del exgobernador Fellner, principal responsable de un gobierno inútil y corrupto que duro más de una década (y principal socio facilitador de la condenada a la que hoy hay que liberar a como dé lugar).

Junto a ella, un séquito de empleados pagos de ese gobierno incapaz e irrespirable: hoy diputados acompañantes de lujo.

Entusiasmados y excitados por la pornografía de los audios, se treparon al cohete y gruñeron su más indisimulable deseo: garantizar la impunidad para Milagro Sala y Eduardo Fellner, matando al poder judicial con una intervención y eliminando del mapa al Ministerio Público de la Acusación.

Detrás del telón yace otra historia.

Los operadores subterráneos de estas intrigas saben delatarse tan bien como el séquito que hace públicos sus deseos.

Ya no es secreto que la amenaza que se cierne está transitando los últimos granos de un reloj de arena…

“o me limpian las causas o me empiezo a acordar que acá no fui la única que se enamoró de lo ajeno”.

La presión del corazón del kirchnerismo para obtener la impunidad de Milagro Sala es la consecuencia de la presión inversa que ésta ejerce sobre ellos.

Mario Benedetti decía que “el amnésico ha sufrido una amputación (a veces traumática) del pasado; el olvidador se lo amputa voluntariamente, como esos reclutas que se seccionan un dedo para ser eximidos del servicio militar. El olvidador no olvida porque sí, sino por algo, que puede ser culpa o disculpa, pretexto o mala conciencia, pero que siempre es evasión, huida, escape de la responsabilidad”.

Existe una diferencia entre el amnésico y el olvidador. Y entre ambos con el olvidadizo, apenas un aspirante a cualquiera de los dos.

Los empleados de Fellner intentan ser olvidadores, envenenando al poder judicial y eliminando al MPA con sicarios. La olvidadiza Milagro pierde su vocación de serlo; y al pueblo lo quieren dejar amputado de su pasado, amnésico.

En la política criolla, el objetivo suele ser olvidar esperando que los demás también olviden. Pero el pasado, viejo y canalla, siempre encuentra un modo de despedir el material patológico de la memoria por las rendijas que a su paso encuentre.

Más acá se encuentra lo divertido del asunto: “el pasado siempre alcanza a quien reniega de él; se infiltra en signos, en gestos, en canciones, en pesadillas, en chistes y chismes, en gritos…y en silencios. Una cosa no hay, y es el olvido”.

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